Hoy día, cuando caminamos por las calles vemos camionetas de empresas y vallas publicitarias a las que al nombre de la compañía, el tradicional slogan y el teléfono, se le ha agregado algo más: las ya famosas www (World Wide Web) y el punto com. Se trata de un intento del mundo empresarial por atraer a clientes potenciales o existentes al sitio web que han puesto en Internet para dar una mayor exposición a su negocio. Lo mismo ocurre cuando abrimos un periódico o una revista y echamos un vistazo a los anuncios comerciales, en ellos no falta un espacio para las punto com.
Es un proceso que no se ha detenido desde que se abrió al público la World Wide Web en 1995. Desde entonces, los negocios en Internet han tenido sus éxitos y sus fracasos, pero a principios del siglo XXI nadie pone en duda la efectividad de este nuevo medio, que en sus inicios fue de dominio exclusivo de las grandes corporaciones y hoy es de gran beneficio también para el pequeño empresario.
La realidad es que el público compra cada día más computadoras y se conecta a Internet en números abrumadores. Sólo en Estados Unidos el ritmo de los nuevos usuarios que entran a Internet es de más de dos millones por mes, y en total alrededor de 180 millones de estadounidenses tienen acceso a este nuevo medio, ya sea en su casa, en el trabajo o en la escuela.
Sin embargo, ello no quiere decir que todo el que ponga un sitio web en Internet va a sacarle el provecho necesario. Hay que dedicarle tiempo y energía a esta nueva posibilidad de estar a la altura de las grandes corporaciones.
Además de tener un sitio web atractivo y dinámico, a ese sitio hay que atenderlo. La mayoría de las empresas que fracasaron en Internet, según los expertos, no tuvieron un sitio web decente, no respondieron los mensajes electrónicos que los clientes potenciales les enviaron, ni promovieron debidamente su presencia en el espacio cibernético. Algunos ni siquiera pasaron nunca de tener en su home page el odioso letrero de “Under Construction”.
Extraido de contactomagazine
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